27 jun 2007

Sobre reglas nuevas y elecciones en Córdoba

La insoportable levedad de la sumatoria
Por Valeria Brusco

Publicado en La Voz del Interior, 28 junio 2007
http://www2.lavoz.com.ar/Nota.asp?nota_id=85480&high=valeria%20brusco

Se acercan las elecciones provinciales en Córdoba, vencen los plazos para que los partidos registren sus candidatos y hay una gran incertidumbre. Una de las características novedosas de este período preelectoral es los partidos no pueden definir sus candidatos y esperan señales, movimientos, encuestas de último momento para hacerlo. Otra novedad es la naturalidad (¿levedad?) con que se acude a ciertas creaciones institucionales, como la sumatoria.

La sumatoria es un término usado e inventado -aparentemente- en Córdoba para designar un acuerdo electoral especial entre dos o más partidos para sumar sus votos.

Si pensamos que, dicho muy a grosso modo, la teoría de la democracia ubica en los partidos políticos la responsabilidad de agrupar ideas similares, preferencias sobre cuestiones de la vida social, para que sea más fácil elegir una propuesta y las personas que la lleven a cabo, ¿cómo se articula la sumatoria con la democracia representativa?

No podemos dejar de reconocer la necesidad de adecuaciones y cambios. Por ejemplo, las alianzas surgieron de la necesidad de partidos afines de asociarse en un momento, acordar como se repartirán las responsabilidades y beneficios. Esta figura sirve para una sola elección, en la que los partidos aliados diseñan una propuesta (candidatos) la denominan Alianza X y en esta sociedad que constituyen pierden provisoriamente los nombres de cada partido. El elector vota una alianza que incluye al partido con que simpatiza.

La sumatoria es levemente similar en la idea general pero muy distinta. La sumatoria permite que el partido A que se sumara al B, diseñe su boleta con los nombres de los candidatos del partido B. El candidato del Partido B se llama Fulano, y en la sumatoria, el candidato del partido A, también se llama Fulano. Si es una sumatoria de mas de dos, todos los demás partidos harán los mismo, todos incluirán en su boleta a Fulano como candidato. El elector se encuentra en el cuarto oscuro con la boleta del Partido A con el que comulga y lo vota. Igual hace el elector del partido C. Sin embargo, ambos están votando al mismo Fulano.

¿Son estas verdaderas opciones? Más bien suena como que algo cambia para que nada cambie, votar para que no elegir.

La cosa se pone más jugosa cuando leemos que algunos partidos que presentan candidatos a nivel provincial, podrían aceptar que distintos candidatos a nivel municipal se sumen. Es decir, el partido B, permite a los candidatos Mengano y Zutano, ambos originarios del partido B, que adopten en la boleta al candidato provincial de B, Fulano.

La idea nos lleva a recordar la Ley de Lemas, que permitía a los candidatos partidarios dirimir su competencia interna en la elección general.

En Mendoza se aplicó la sumatoria y hubo cuestionamientos a la legitimidad del título de una diputada ya que la sumatoria obtuvo mas del 3 % de los votos, pero no así el partido de la diputada, y la ley es clara cuando establece que asumirán el cargo aquellos candidatos de los partidos que obtuvieren mas del 3%.

En Tucumán están discutiendo una figura con nombre mas explícito, el acople. El gobernador, candidato a reelección, está considerando si acepta que candidatos a legisladores de otros partidos se acoplen a su lista.

En Córdoba, la sumatoria surgió gracias a un acuerdo entre Palacios Deheza, del Partido Federal y la UCR. Desde entonces se ha usado de manera creciente y uno se pregunta, sus efectos en la democracia ¿serán leves o insoportables?

En el contexto de una democracia de baja calidad, en donde los servicios públicos son hasta peligrosos, no solo ineficientes, donde hay persistentes problemas de desempleo y la desigualdad en la distribución de la riqueza son de un nivel obsceno, es esperable que se dedique poca atención a algunos mecanismos electorales. Entonces, invito a los que nos dedicamos a estudiar estos temas y los que no pero tienen algo para decir, a que discutamos los criterios de diseño de las instituciones. La sumatoria me sigue generando muchas preguntas y las dejo planteadas.

¿Genera más votos totales? ¿Rinde más votos que una alianza?
¿O será que resulta mas conveniente no comprometerse con otro partido en alianza que después no se intenta cumplir?
¿El dinero que el estado destina a los partidos por los votos obtenidos es asignado de modo diferente?
¿Cuál es el rol de los partidos políticos en el supuesto caso de una generalización del mecanismo? ¿Para qué querrían los partidos diferenciarse y elaborar propuestas si conviene más sumarse a uno con chances de ganar?
¿No se considera problemático que el elector vote a un partido mientras está votando por los candidatos de otro?

Dependiendo la edad del (e)lector será más difícil interesarlo en cuestiones como esta, de la sumatoria. La dictadura, el menemismo y el posmenemismo, dejaron huellas muy profundas por lo que la discusión por las instituciones puede no generar posicionamientos tan claros ni apasionados. Sin embargo, y a pesar de vivir un presente sin gas, con muertos en rutas de dos carriles, con maestros muertos en manifestaciones, con pobreza, marginalidad y violencia, con escasez de perspectivas, ésta es una invitación -ya que estamos en el baile-, para seguir bailando, debatir la democracia para no resignarnos.