Por Valeria Brusco
La autora es licenciada en Ciencia Política, docente en UNVM y UCC. Dirige el CEPyS -Centro de Estudios Políticos y Sociales- en la Ciudad de Córdoba, ha publicado trabajos científicos sobre Democracia y Partidos Políticos y trabaja en un proyecto sobre integración ciudadana de mujeres de barrios populares. El siguiente es un texto que trata la discriminación social y propone ejercicios de reflexión con niños sobre la naturaleza de las diferencias sociales y las consecuencias prácticas de equivocar los postulados.
De Patovicas y gente linda
Pareciera que la noche ofrece más oportunidades para la discriminación. Sin embargo, la noche es nada más que la otra mitad de los días en que prevalece, se hace fuerte, de modo sordo y ladino, una ideología que sostiene la agresión.
Así, cuando la vecina del barrio coqueto quiere vender su duplex y desde la ventana del dormitorio de arriba observa con desagrado una pieza de chapa en el patio trasero colindante, se dirige a la casa del barrio de la Cooperativa y le explica su situación a la dueña de ‘la –pieza-arruina- vista’.La elegante y sabia señora le enseña a la coqueta y equivocada otra:
-Ud. y yo somos iguales: mire, piel y huesos- dice deslizando un dedo sobre su piel cansada. La única diferencia- prosigue- es que UD. tiene plata. Yo querría terminar la pieza y no puedo-
Una lección sobre la naturaleza humana y el tenor de las diferencias contingentes. Así como las señoras del barrio cooperativo sienten la mirada descalificadora de los ‘blancos de barrio coqueto’, los hijos de ambos lados empiezan a juntar figuritas para el juego del odio.
Lo asfixiante es que no se trata de condenas elaboradas por extremistas nazis o activistas pro-arios, con estos la discusión es innecesaria y los no argumentos finalmente se ablandan y caen. Aceptar, sin embargo, que muchas personas de clase media con estudios completos, profesionales, miembros de clubes deportivos, iglesias tradicionales y sin vinculaciones expresas con psicópatas fanáticos viven la discriminación como natural, es demoledor. Cualquier grupo con pretensiones universales es peligroso, y la clase media no es ajena a este peligro.
Las frases ‘me molestan los negros porque son resentidos’; ‘No lo dejaron entrar al boliche por feo o negro’ ‘los boliches que duran más tiempo son de gente linda’ no serían repetidas en radio o en TV, pero son parte de diálogos familiares o de amigos de un sector no menor de la clase media (cordobesa?). Ser negro/a, ser feo/a, gordo/a, pobre, bolita o peruca es no ser gente linda.
Propongo una discuión menos moral y mas práctica.Digo es es peligroso generalizar livianamente y sin ejercitar el diálogo socrático, entendido como simple y puro juego de preguntas y respuestas.
Desde edades muy tempranas, cuando los chicos ya se quedan quietos en la mesa y el televisor está apagado se pueden poner en cuestión las generalizaciones, los juicios. Una vez emitido el concepto ‘los negros son resentidos’ se rastrean los elementos que prueben ese pre-juicio. Un adulto puede ser el juez/a.
-A ver, señor/a acusador/a, ¿cuáles son las pruebas que UD tiene para decir eso?
Y el discriminador en potencia dirá
-Por que Juan, del otro barrio, me mira con odio. Envidia a los ricos
-¿Y cómo sabe UD que su mirada es de odio? ¿Cómo sabe que odia a los ricos y no a un rico en particular que lo trató injustamente? Y en definitiva ¿UD no siente a veces envidia de la gente que tiene más que UD?
Aún así, podría demostrarse que Juan odia a los ricos. ¿Eso significa que todos los de la condición de Juan (pobre, desempleado, hombre, primario incompleto, del barrio de al lado, etc.) odian?
Podremos entonces llegar a ideas como éstas con los chicos:
- En todos los barrios del mundo hay gente buena, y gente mala, gente que respeta el derecho y las características de los demás y gente que no, gente que discrimina (y odia) y gente que se siente discriminada (y odia)
La distribución de la riqueza y la pobreza es una injusta línea contra la que se lucha, se propone, se anhelan cambios, pero si hay ciertos prejuicios que indican que la línea de amigo /enemigo se dibuja según el color de la piel o el modo de hablar ¿llegará el día en que la distribución justa de la riqueza sea algo querido por la ‘gente linda’?
Si hoy no quiero que entres en mi barrio, en mi boliche, porque sos feo, vivís en un barrio de Cooperativa, fuiste a un colegio municipal y nunca jugaste al rugby, mañana, cuando se proponga votar una reducción en el IVA y un aumento en el impuesto a las ganancias, yo diré que me parece injusto trabajar tanto para que el Estado me saque las ganancias de mi boliche y se las dé a esos vagos, resentidos y llenos de odio.
Y así la cosa irá de mal en peor: un mundo para ‘nosotros’ y un mundo para ‘ellos’ pero cada vez harán falta más patovicas, más tapias, más cámaras, más rejas, y más púas. Porque la gente linda se morirá de miedo.