Una vez que se silencien los sonidos del escrutinio, lento y discutido de este octubre de 2007 y se reflote el discurso políticamente correcto de la reforma política ¿vamos a seguir viendo cómo se ignora que las boletas argentinas para votar son un problema? ¿Seguirá recitando el discurso ‘experto’ que la reforma política debe tratar temas mas ‘importantes’ que la propia forma del voto? Si eso sucede, yo seguiré insistiendo: el diseño anacrónico del instrumento para votar en Argentina es un problema crucial। Y no estoy sola en esta cruzada, hay politólogos, políticos y dirigentes de Ongs muy prestigiosas que avalan la discusión.
Es cierto que hay una implosión de los partidos políticos, que hay una ‘democracia de candidatos’, que en semejante fragmentación nadie tiene muy claro en qué se diferencian Fulano y Mengano en las grandes líneas, que menos se sabe quien apoya a quien y desde cuando. Todo eso es cierto y es central encontrar caminos de reencauzamiento de una democracia con partidos sólidos y previsibles. Pero con un instrumento precario como la boleta que usamos, seguro que no tendremos una mejor democracia.
Los partidos políticos distrinuyen las boletas electorales en pocos lugares del mundo, a saber: Panamá, Uruguay y Colombia hasta 1991. En Argentina, sabemos que es una estrategia mas de campaña: se hace propaganda los días previos a la elección usando la boleta como un panfleto. Los votantes ‘hacen su elección’ fuera del cuarto oscuro con influencia de algunos dirigentes políticos. La investigación sobre clientelismo en Argentina en la que trabajo hace 8 años (con Susan Stokes y Marcelo Nazareno)me permite afirmarlo.
Los partidos tienen esa ventaja, la de la distribución de las boletas (y quizás inducir mediante dádivas o pequeños servicios a sus simpatizantes a votar de determinada manera), pero, seamos justos, no todo es rosas para ellos. Tienen además ciertos costos que debieran –creo yo- preocuparnos a todos.
Los partidos políticos, grandes y pequeños, deben disponer de recursos para imprimir las boletas, deben garantizar cierta cantidad de papeletas en los cuartos oscuros al comenzar la elección pero también – en lo que ya no es paradojal sino esquizofrénico- cuidar que nadie las retire del lugar de votación durante la elección.
La paradoja esquizoide está en la asignación de responsabilidades. La Justicia electoral deposita la responsabilidad del normal desenvolvimiento del comicio en los partidos políticos. Los partidos le piden ayuda a la Justica cuando ven que les roban sus votos.
Ergo: los ciudadanos no gozamos del derecho de elegir a (algunos) representantes. La Justicia nos mira a los ojos y nos dice: ´sólo tienen derecho de elegir a quienes tengan fiscales en cada mesa’
¿Puede uan democracia sostenerse en el número de (70 mil) fiscales por cada partido?
Hay algunos caminos posibles para estas disfunciones. En mi opinión el voto electrónico no es el mejor, ni el más usado en los países desarrollados ni el más seguro (no ignoramos que ningún sistema es seguro del todo y siempre)
Mas de un especialista ha señalado la necesidad de adoptar la boleta australiana o cédula única para la elección.
Se trata de una boleta del tamaño de una hoja oficio en donde se enlistan todos los candidatos con el mismo tamaño de letra, una foto o logo del partido y –como si fuera un examen de múltiple opción- el votante marca con una cruz el nombre del partido o candidato que le guste.
Si se trata de una elección a presidente hay una hoja o cédula. Si concurren elecciones a diputados hay otra cédula donde se listan los candidatos a diputados.
¿Qué solucionamos con ellas?
La Justicia administra el proceso, distribuye las cédulas. En un cuarto oscuro, la Justicia Federal debe imprimir y garantizar nada más que 450 o 250 (según el número de votantes de cada mesa) de esas papeletas.
No hay que cuidarse de ‘ladrones de boletas’. Ningún puntero o militante estará interesado en robarlas puesto que su candidato figura en la boleta.
Elegimos dentro del cuarto oscuro. Como no se distribuyen de antemano, proquye la Justicia manda las cédulas dentro de la urna el día de la elección, los ciudadanos solo pueden elegir en el cuarto oscuro.
No votamos ‘colgados’. Como se hace una marca para cada tipo de cargo (presidente en una cédula, diputado en otra cédula) la sumatoria-acople-colectora no existe mas, como por arte de magia. Hago dos ‘examenes de múltiple opción’ y elijo a cada candidato de hojas oficio diferentes.
Con el resultado del domingo 28 de octubre de 2007, quizás una reforma política que garantice estos cambios no parece una prioridad, pero quizás no conocemos la agenda definitiva. Algunos medios de comunicación, las ongs dedicadas a cuestiones de transparencia y democracia y lsoprofesionales de la ciencia política estamso llevando adelante un serio movimiento con el objetivo de que las elecciones del 2009 no nos pongan de tan mal humor.
La reforma política tiene que ser amplia, abarcar discusiones sustantivas como la transparencia, el mallaportionment, la implosión de los partidos políticos, las deficiencias de la Justicia electoral, pero no podemos perder de vista los detalles que son los que hacen llevadera (¿y feliz?) la vida cotidiana.
*valeria brusco
3 comentarios:
Estoy muy de acuerdo con la modalidad de boleta de opción múltiple. Es simple, no cuesta más caro y evita el robo de boletas. Este sistema se utiliza para votar en sedes diplomáticas argentinas.
Sería mucho más fácil de aplicar que el voto electrónico, que demanda más inversión monetaria y más capacitación para fiscalizar.
Me parece muy acertado que un comentario así saliera en Página 12. Me extrañó lo inminente de la proposición de voto electrónico por parte de Clarín durante el mismo domingo de elecciones.
Muy interesante la propuesta, es hora de buscar soluciones y hacer campaña para que se implementen, si la ciudadania interesada en mejorar la democracia no hace fuerza seguiremos comentando despues de cada eleccion y engordando las paginas de diarios y television con notas de color para que despues todo siga igual.Habra que juntar esfuerzos. Saludos. Florencio F. Boglione.
Hola Valeria nos gustaría contactarnos contigo. Carlos Cagnoli. Asociación Argentina de Administración Pública.
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