Por Valeria Brusco
Los años 90 fueron de muerte para la política. La estabilidad económica, la paridad del dólar y los ajustes de estado recetados, se discutían con pizza y champán. El credo rezaba 'muera la política, que genera gastos, ahorremos'. Con el estallido del 2001, esa consideración de la política se agravó al punto de sostener que la única posibilidad estaba en la sociedad civil, directamente organizada y no a travésde partidos políticos. Para ello hubo propuestas como la de pasar a un sistema uninominal, que no quiere decir mas que 'un nombre' (ese sistema elimina la lista de diputados y la reemplaza por un candidato de un circuito mas pequeño, en el cual el que saca mas votos gana, sindejar lugar a la representación de minorías) Otra propuesta consistía en suspender el monopolio de los partidos políticos para presentar candidaturas. Se proponía que loscandidatos pudieran ser miembros independientes de la sociedad, lo cual implicaba que no propusieran programas organizados ideológicamente sino propuestas personalessostenidas en la imagen del candidato.
Conviene analizar uno de los corolarios de esta posición ‘anti política’ que ganó tantos adeptos y se convirtió en el discurso políticamente correcto (paradójicamente).
Los mapas ideológicos se consideran irrelevantes e incluso perniciosos para los sectores que proponen estas modificaciones y en cambio, cobra peso el discurso tranquilizador y amable de 'la gente'. Se pasa de discutir propuestas que tienen impacto en distintosgrupos sociales, a hablar de lo que le importa a la gente. Es necesario señalar, en estos tiempos de renovación en la discusión política, que 'la gente' no es un colectivo homogéneo, que hay gente que paga pocos impuestos y tiene altos ingresos, quehay gente que no accede a la educación pública o al transporte, que hay gente que sufre la precariedad laboral, etc. Todos ellos son 'gente' que no puede ser tratada con la misma política. Y en estos conflictos reside la esencia de la política, en priorizar ciertoscolectivos sociales y sus intereses, sobre otros.
Los encargados de organizar las ideas y propuestas para definir estas políticas son los partidos políticos, que en base a sus prioridades consiguen agrupar simpatizantes,elaborar estrategias para ganar elecciones y llegado el momento poner en marcha las propuestas que priorizan.Los tiempos de la política como mala palabra felizmente pasaron, aunque quedaron las consecuencias, entre otras: una de las peores distribuciones del ingreso en mucho tiempo,fragmentación y crisis de los partidos políticos y bajos niveles de participación política (incluso en áreas antes impensables, como el acto de ir a votar o defiscalizar o presidir mesas electorales). Estas dificultades en términos electorales nos han puesto a trabajar. Celebro que estemos empezando a escuchar en diversos ámbitos 'hay que fortalecer los partidos políticos' ' las ongs son muy importantes pero sin partidos no hay democracia' Celebro que políticos, académicos y periodistas compartamos un espacio, nos escuchemos y discutamos argumentos sobre reforma política. Una reforma que podría abordar cuestiones cruciales como el de los padrones de afiliados partidarios, de la justicia electoral necesaria, del sistema de traducción de votos en bancas en la legislatura, del sistema de doble vuelta, de alianzas y sumatorias, de organización de autoridades de mesa, de fechas de elecciones locales y provinciales, de financiamiento y publicidad de los partidos, de los instrumentos de votación (boleta única), etc.
En una época en que la política está viva, representantes de la acción política, de la investigación académica y de la comunicación se sientan juntos en un foro el 4 dediciembre 2007 en el Auditorio Carlos Ortiz de la Voz del Interior para seguir pensando en una reforma política posible.
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