La democracia en América Latina ( y en otros lugares también) tiene problemas pero las soluciones no vienen en máquinas.
Algunos discursos políticos buscan conducir hacia pretendidas modernidades. En la ciudad de Marcos Juarez, provincia de Córdoba, están intentando instalar la necesidad de comprar el sistema de voto electrónico. Es una ciudad con un padrón electoral de 22 mil votantes, cuyo presupuesto municipal es de aproximadamente 45 millones de pesos y que con el rendimiento del campo, vive una expansión económica inédita.
Una se pregunta si no hay necesidades edilicias en sus escuelas públicas, si hay programas de reconversión laboral, si hay planes de capacitación para mujeres...en fin...una querría saber si las necesidades de redistribución propias de la política han sido satisfechas antes de pensar en el gasto en máquinas de votar.
1 comentario:
La pregunta no es en qué se podría gastar la plata en vez de comprar máquinas para votar. Con esta justificación orientada a la redistribución, debería reducirse el presupuesto en investigación de ciencias básica hasta que se solucionen los problemas de fondo.
Incluso cuando las máquinas sea gratuitas, el asunto es (como bien sugiere el título del post), en manos de quién queda la democracia con la implementación del voto electrónico.
Con el actual sistema de papel, una persona que sepa matemática básica y comprender textos (habilidades garantizadas por la educación mínima obligatoria) puede entender y auditar todo el proceso electoral.
Sin embargo, con sistemas de voto electrónico, solo el álgebra involucrada requiere estudios avanzados de nivel postuniversitario y especializado. De esta forma, una parcialidad de la población (y posiblemente nadie en su totalidad) tendría acceso a lo que implica una elección, transformando al sistema democrático en una tecnocracia.
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