Las elecciones primarias abiertas que se plantean el 14 de agosto generan inquietud. Y es lógico. Cualquier reforma, modifica 'la forma' anterior, ésa a la que estábamos acostumbrados. Los cambios nos ponen alertas ¿cómo me afectará? Me beneficiará lo nuevo? Sabré hacerlo? ¿Podré con ello?
Y esta ley 25671 modifica muchas costumbres. Una de ellas, el modo de gastar dinero en los medios de comunicación para hacer campaña. Otra, el modo de publicar encuestas pre-electorales. Otra, el modo de seleccionar los candidatos de los partidos, modificación sustantiva, si las hay, en la vida democrática de los países jóvenes como el nuestro.
También hay modificaciones menores, procedimentales, podríamos decir, pero que tienen efectos cruciales: los padrones. En Argentina hemos tenido de todo, padrones con gente no muy viva, padrones duplicados, y demás yerbas. Y quizás eso se debía menos a la picardía como a los procesos antiguos que estaban implicados en su conformación. Ahora, tenemos un registro nacional de las personas que hace los dni ( y que no es Siemens, a 47 dolares por documento como se intentó en años menemistas) y tenemos coordinación con la Cámara Nacional Electoral y la Dirección Nacional Electoral del Ministerio de Interior. Los jueces electorales temen que el cambio en las costumbres institucionales los deje pedaleando en el aire. O quizás, aprovechan para hacer ruido, y decir 'esto no va a andar' para pedir mas contratos, mas computadoras y mejoras en sus juzgados. Cosas todas entendibles, que constituyen la política, que no es más ni menos que la posibilidad de la negociación entre partes con intereses diversos.
Lo que no podemos hacer, como ciudadanos, es creer que donde habla una jueza, ahí no hay política, no hay interés. Es una jueza, no es madre Teresa
valeria brusco
politóloga
cursante de la Maestría en Gestión y Regulación Electoral, UNSAM
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