Por Valeria Brusco
El conflicto que produjo el anuncio de un nuevo esquema de retenciones móviles a las exportaciones agrícolas es obviamente uno de tipo distributivo. No hay ninguna novedad en afirmar que la decisión del poder ejecutivo sobre a quien cobrarles impuestos (en este caso, retenciones) y luego a quien destinar esos recursos es ‘la’ decisión política por excelencia. Cuanto, cómo, a quien y para qué.Que hay sectores en la economía con intereses propios, tampoco es noticia: la industria pide protección o liberalizaciones, los servicios piden beneficios de radicación de empresas o protección a las empresas locales, los trabajadores nucleados en los gremios piden aumentos de salarios, el capital financiero pide que no le pongan restricciones, que no le suban las tasas de interés, etc. En este caso, los propietarios de las tierras cultivables ¿piden todos lo mismo? Pareciera que sí, aunque creo que es un error afirmarlo livianamente.El discurso de la presidenta no fue, desde mi punto de vista, irritante como tantos comunicadores lo calificaron. En todo caso, hay estilos, personalidades (Menem no era soberbio pero era otras cosas peores, y su cultivo de la simpatía no le impidió cometer actos ilícitos) pero creo que la presidenta configuró un 'otro', un destinatario del discurso que resultó , al menos, incorrecto. CFK se dirigió a los productores rurales, a los beneficiarios de altísimas tasas de rentabilidad en los últimos años, y no distinguió a grandes y chicos.No son lo mismo los pools de siembra, los grandes acopiadores que eligen cuando exportan según el precio internacional que los pequeños chacareros que resistieron el embate de los que alquilan campos y siguen firmes. Ellos venden cuando levantan la siembra: si el precio es bajo no hay tu tía para ellos.CFK logró poner en un mismo frente a pequeños y grandes, con un claro beneficio para los grandes, por cierto. Los pequeños tiene legitimidad, apoyo de la sociedad, de los intendentes, porque son los ‘proletarios’, los laburantes, los gringos de la pampa húmeda que trabajan de sol a sol. Los grandes se escudan en ellos, y gozan ahora de una posición en el mapa ideológico que no es la que tienen verdadera o históricamente, al menos.Los grandes productores se enfurecen contra la intervención estatal de la economía. Igual que lo hacen los librecambistas de épocas militares o del propio gobierno de Menem. Aducen razones de justicia, ¿Cuál justicia, señores? Hay pobres y ricos en una sociedad y hay que repartir, equilibrar, y para ello hace falta intervenir.La discrecionalidad en el uso de los recursos centrales (del gobierno nacional y también del gobierno provincial que no le manda proporcionalmente iguales cantidades a todos los municipios) es justamente como la palabra lo indica, injusto, discrecional.Pero las retenciones no entran en el esquema de coparticipación, como me recordó la ex diputada provincial María Eugenia Taquela hoy. La coparticipación se calcula para decirlo de modo muy simple en base a indicadores de pobreza, población y demás de cada provincia ( y desde hace muchos años es una ley que no se cumple, sino que se ejecuta 'a ojo'). Es probable que Córdoba pudiera recibir aún menos que lo que recibe actualemente cuando se recalculara. Es decir, las retenciones no van en la misma bolsa que coparticipación de impuestos.Sí considero adecuado en este marco la discusión de otras decisiones, por ejemplo el ya mítico y rimbombante proyecto de un tren rápido. Ese dinero no entra en ningun calculo de pobreza o necesidad o desarrollo sino que se otorga a los gobernadores aliados.Por lo tanto, hay discusiones que no trazan líneas claras entre las posiciones a favor o en contra. Yo, por ejemplo- y no porque interese mi posición particular, lo hago como ejercicio de discusión de argumentos- estoy a favor de una mejor distribución de ingresos y por lo tanto prefiero que a los grandes se les cobre mas que a los pequeños (no hay espacio para agregar elementos como el factor multiplicador de la economía: el campo sin agregar elaboración es un empleador de pocos, tiene leyes laborales anacrónicas y por lo tanto su peso en el desarrollo a nivel colectivo debe ser administrado por el poder central). Mi intención es señalar que CFK y sus colaboradores deberían aclarar el mapa del conflicto para que no estemos en contra de los que no estamos en contra.También, en esto de posicionarse crítica pero claramente, estoy a favor de la no discrecionalidad en la distribución de recursos públicos. No creo que debamos oir que ‘el campo’ es un juez que arbitrará mejores esquemas de distribución. No hay tal entidad - o por lo menos en este conflicto- de intereses monolíticos e inconfundibles. Hace falta que el discurso sea mas claro en cuanto a ganadores y perdedores, ¿no le parece?
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