Sobre la necesidad de aprender de política:
Escuelas de formación y seminarios de discusión para la democracia
La política está en todas partes. Hay relaciones de poder , decía un profesor marxista en la Universidad Católica de Córdoba a fines de los 80, hasta en la pareja. Política, sin entrar en la etimología de la palabra, en el origen griego y evolución romana -que les interesa a quienes se dedican a estudiarla-, implica poder, discusión, conflicto, decisiones básicamente sobre a quién le toca qué recurso. Tan simple como eso. Y sin embargo, no por se una idea simple es fácil visualizar sus mecanismos, identificar las lógicas detrás de casa decisión o comprender cuando los conflictos se resuelven de determinada manera.
Los partidos políticos son el lugar donde estas discusiones deben darse. Qué haremos para ser gobierno, cómo garantizaremos que los votos se traduzcan en resultados favorables en la eleccion, qué haremos (cómo distribuiremos el gasto) cuando seamos gobierno y cómo nos mantendremos en el gobierno para seguir llevando a cabo esos planes que diseñamos al inicio ( cómo reformaremos la distribución de cargas que conforman los ingresos del presupuesto). Es por ello central generar espacios dentro de los partidos donde sea posible aprender de otros casos, conocer partidos en otros países, entender conflictos con el estudio de situaciones similares, y analizar soluciones alternativas que se ofrecen en un escenario que no es el propio.
En Argentina, aunque es un fenómeno mundial, los partidos políticos se redefinen. La idea de fines de siglo 19 y todo el siglo 20 de partidos masivos ha cambiado: estos eran partidos que reclutaban personas ávidas de tener voz en espacios públicos, personas que se acercaban para interpelar a las elites que gobernaban sin dar participación, personas que se alegraban de conquistar la democracia con su presencia en las calles, vivando sus líderes y festejando con el voto una vez que este fue universal y secreto. Entre esas personas, las mujeres fueron protagonistas de la lucha sufragista, por el derecho de igualdad en la participación política y se incorporan a los partidos siguiendo a ejemplares figuras como Alicia Moreau de Justo o Eva Duarte.
Nuestros días, de comienzos de siglo 21 tienen otras características, lo que no significa ‘todo pasado fue mejor’ sino, sencillamente, otras caracerísticas, unas mejores otras no tanto. Contamos con derechos ya consagrados, la lista de los derechos por conquistar aun es larga, pero los partidos políticos no convocan masivamente, no plantean discusiones centrales y no son percibidos como canales para hacer oír los derechos ausentes. Diversas razones se cuentan entre las posibles explicaciones para este fenómeno y es necesario estudiarlas, analizarlas y dar respuestas. Por lo menos, eso creemos quienes seguimos pensando que la democracia se sostiene gracias a la agrupación de personas alrededor de ideas similares sobre cuestiones cruciales: distribución del ingreso, salud, educación, justicia, trabajo, etc. Se trata de abrir espacios para discutir el eterno dilema de democracia y capitalismo, esto es ¿cómo llevar adelante medidas con elevada adhesión popular o medidas que acentúen su costado eficiente en términos económicos aunque sean anti populares? Hacer qué políticas, dirigidas a quién y con qué recursos. Se trata de construir el guión de la película, tener un programa partidario escrito con definiciones generales y específicas para asentar la reunión de personas e ideas en cimientos firmes, que no significa inamovibles, pero que evitan que la volatilidad de las opiniones individuales y las conducciones personalistas desarme las buenas intenciones grupales.
Cuando se habla de realizar una reforma política, entre otros temas, casi invariablemente se invoca la necesidad de reformar, cambiar, aggiornar, (y siguen las propuestas), los partidos políticos. Esa es una discusión a nivel general: el sistema político plantea reformar en algunos aspectos los partidos ( por ej. Sus requisitos de constitución, sus reglamentos internos, sus condiciones de existencia, sus reglas de alianzas, la acción de sus miembros, sus procesos de selección de candidatos, etc.)
Sin embargo, la discusión que traigo acá es interna: las reformas y estudios hacia el interior de los partidos que cada agrupación necesita darse. Y no hay aquí una idea moral, de lo que ‘deberían’ hacer los partidos para estar en regla con la democracia, con la sociedad o cumplir con los términos políticamente correctos de una reforma política. No. Es una discusión de simple supervivencia que las agrupaciones políticas no pueden soslayar si pretenden seguir funcionando como tales. Abordar la cuestión de sus integrantes ( cuantos, cómo se obtienen recursos para retribuir el trabajo de los militantes y activistas o en caso contrario, se decide que éstos sean generosos colaboradores, lo que conlleva una discusión de naturaleza teórico filosófica sobre los incentivos y el altruismo) de sus contenidos y programas ( si es necesario escribir una plataforma detallada sobre las posiciones y propuestas de acción o si es preferible aludir a valores morales generales y dejar las discusiones sobre políticas públicas para el momento en que se presenten), etc.
Hemos mencionado solo dos cuestiones que los partidos necesitan debatir internamente, pero es una lista inconclusa.
El trabajo al interior de los partidos les permitirá participar en la discusión de una reforma política como actores políticos sólidos. La democracia lo necesita, el sistema requiere que sus actores sean fuertes y tengan argumentos. También lo requiere cada agrupación - sea de izquierda, de centro o de derecha y sobre todo si se trata agrupaciones con caudal de votos para ocupar lugares de decisión- si quiere evitar convertirse en un cartel y un local alquilado dos meses antes de la elección que luego será fagocitado cuando no pueda sostener posiciones.Como las parejas, los partidos necesitan discutir expectativas, limitaciones, planes, presupuestos, responsables, esfuerzos y tareas si quieren evitar las sentencias de divorcio.
Por Valeria Brusco
Asesora de la Vice Intendencia de la Ciudad de Córdoba
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